la tormenta

tan ocupada estaba. concentrada en incrementar las riquezas de la familia álvarez que no me había dado cuenta de que algo estaba oliendo a rayos.

una a una se fueron presentando señales ante mi y esta vez les hice caso. me detuve para comenzar a bajar revoluciones hasta verme una noche en reposo total sobre una goma que amortiguaba mi peso sobre el piso de madera.

aprendí una nueva forma de respirar, que suelo recordar un par de veces a la semana. descubrí breves claros de conciencia, de paz. que alcanzan a verse a través de un muro que por ahora es infranqueable, pero que me he propuesto derribar.

dandole duro con cuanta herramienta encuentro en mi camino y con el entusiasmo inicial parecía tarea fácil. a lo lejos, escuchaba la primera advertencia, resonaba una palabra: neofita...

y es que no sólo estábamos el muro y yo, también habías seres con toda la disposición de ayudarme prestandome nuevas herramientas, cada uno esmerándose en derribar sus propias construcciones obstructoras.

peligrosamente monofocal, no advertí que se aproximaba una tormenta... llamada por mi interior, sembrada por mis antepasados...

ya el viento me había llevado a encontrarme con seres del pasado. arremolinado, me habla de deberes, imposiciones, apariencias e injusticias.

comienzo a evaporarme y fundirme con las negras nubes... me dejo llevar para volver a verme como un ser transparente, que ve pasar palabras rojas, con puntas oxidadas. el roce me hace tornarme anaranjada con brillos de fuego.

nuevamente mimetizada con el ambiente, soy una lanza lista para enterrarme con furia a quien se ofrezca como sacrificio. la situación me recuerda a ale, quien solía decirme que pasó de ser una navaja abierta a una cerrada, quien me ofreció el cielo en una semana... a quien nunca volví a ver.

lluvia que limpia, viento que me envuelve y atrapa.
me mantiene escuchando esas mismas palabras que oi cuando niña.

no eres
no puedes
no sabes
no tienes